Érase una vez, un hombre que se había
dedicado toda la vida a la pesca. Era una época de decadencia pesquera, pero el
marinero decidió salir a faenar. Se dijo a sí mismo:
-
¡ No regresaré hasta que pesque alguna sardina !
En el mar, el tiempo era muy
agradable, pero después de adentrarse un poco, el tiempo cambió. El
cielo estaba nublado y había empezado a lloviznar, pero el marinero empezó a
pescar. Sacó su caña, puso el anzuelo, el plomo y el cebo, a continuación tiró
su caña al mar. También había tirado unas cuantas redes con cebos para ver si
cogía con ellas alguna sardina. Estuvo dos horas lloviendo y después se calmó. Cuando empezó a hacer sol, el
marinero recogió las redes. No había picado nada y en la caña del pescador
tampoco había picado ninguna sardina. Pero este no se cansó tan fácilmente y
volvió a tirar las redes y el sedal al mar. Estuvo esperando otras dos horas,
esta vez con un tiempo más agradable que antes. Cuando terminaron las dos horas
de espera, el marinero sacó las redes. En estas no había nada, pero cuando iba
a sacar la caña, picó algo. El marinero pensó que era algo grande porque tiraba
mucho de la caña. No podía con el pez, era demasiado pesado. Cansado de aguantar
con la caña, el marinero dejó marchar al animal. Estaba tan cansado que se fue
a dormir a su camarote. Estuvo en montón de tiempo durmiendo: pescaba un montón
de sardinas y se hacía rico vendiéndolas. Después de unas horas, se despertó.
Habían picado, pero era como la vez anterior. Era un animal tan grande que el
marinero no tenía fuerza suficiente para poder sacarlo del agua. Entonces,
pensó que podrían ser un montón de sardinas agarradas una detrás de otra.
Utilizó toda su fuerza para poder sacar a aquello del agua y al final lo
consiguió. Era un animal gigante de color azul. Él estaba tan emocionado que
pensó que eran un montón de sardinas descomunalmente amontonadas. Gritó:
-
¡ Dadme un beso sardinas !
El animal se acercó a él y con la
gigante boca que tenía engulló al marinero de un bocado.
El marinero estaba en su camarote. El
barco se estaba hundiendo. Para él fue un beso azul de miles sardinas
transparentes”.
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